Zippo, los encendedores contracorriente


Cuando esperábamos en los almacenes donde trabajaba, a primeras horas de la mañana para empezar la jornada, solíamos calentarnos las manos congeladas pasándonos el encendedor Zippo de un compañero. Aquel encendedor que funcionaba a gasolina podía mantener una intensa (y calorífica) llama durante muchos minutos.

A alguien se le ocurrió comprar un calientamanos de esos portátiles y eléctricos, pero eran un desastre: había que esperar durante algunos minutos a que la placa de metal se calentase, y luego, cuando ya había cogido la temperatura ideal, a las primeras de cambio se le acababan las pilas. Con el Zippo tenías calor al instante. Y no dependías de electricidad ni de nada: solamente era un algodón empapado en gasolina y metido en una caja de chapa. Así de simple y sencillo.




Yo también solía usar un Zippo para desatascar chimeneas, ya que podías tenerlo prendido todo el rato mientras que los demás encendedores empezaban a arder el plástico o a ponerse negros si eran de metal, quemándose a sí mismos.

Además, los Zippo tienen algo que es muy importante: no explotan.

Hace no muchas semanas los inspectores de comercio de la UE estuvieron dedicándose a recorrer las aduanas y los bazares de los chinos porque había muchísimas marcas (algunas de ellas bastante populares) cuyos encendedores, de producción en masa en China, explotaban en las manos.

Imagínate lo que supondría que te pusieras a prender un encendedor a gas y éste te reventara una mano. En una ocasión me explotó un petardo, y aparte de una herida perdí la sensibilidad en los dedos de mi mano derecha durante bastante tiempo. Os aseguro que no es una experiencia agradable.

Con los Zippo esto no ocurre, ya que no funcionan con gas, sino con un líquido. Además, disponen realmente de un quemador de verdad, un quemador como el de los lanzallamas o el de las armas de fuego, que sirve para la misma función -obviamente, menos bestial-, y no esa especie de protector de latón que llevan muchos encendedores de ahora, que es mas estético que práctico.

Sí que un Zippo puede incendiarse, obviamente (sobre todo si está muy descuidado y entra en contacto el algodón con la llama) pero no llegará a estallar, en cuanto el algodón arda se acabó el peligro.

El único inconveniente que les veo a los Zippo es el olor. Huelen a nafta que te dejan "drogi". Si lo dejas en tu habitación en un sitio cerrado, cuando abras la caja te inundará la estancia de olor a carburante que parecerá un taller de coches. No hablemos ya de camisas o chaquetas si lo llevas encima habitualmente. El fabricante dice que para evitar ese inconveniente uses un líquido especial, un carburante de altísima gama especialmente refinado que sólo venden ellos. Pero os aseguro que incluso así también huele, y mucho.

Los Zippo fueron uno de los instrumentos que más ayudaron a soldados en la Segunda Guerra Mundial, aunque resulta curioso que siendo un invento europeo (el Zipo fue inventado por los austriacos), la visión de los negocios que siempre tuvieron los Estadounidenses les llevó a ser ellos quienes lo patentaran y los difundieran, porque si no llega a ser por ellos el Zippo se habría perdido para la historia entre otros muchos inventos europeos.

Pero volviendo al tema de la guerra, para los soldados norteamericanos un Zippo era un instrumento vital, enormemente valioso. Ellos le metían algodón de las enfermerías, y los rellenaban con gasolina de jeeps o tanques (uno de los más populares tanques del ejercito estadounidense, el Sherman, que destacaba por su agilidad frente a los pesados Panzer alemanes, tenían variantes -el M4A2- que funcionaban con motor de gasolina). ¡A cuantos soldados no habrá dado no solo lumbre para sus cigarrillos, sino calor e incluso luz el Zippo! Podías dejarlo encendido y escribirle una carta a tu pareja o a tu familia desde las trincheras, sirviéndote de candil como una vela, y podías usarlo hasta para servir de rascador del hielo que se depositaba en tu arma.

El Zippo es un ejemplo de algo que lleva tiempo perdido, de la más pura filosofía steampunk: la de crear objetos hechos para durar, y para repararse en caso de que se estropeen, no simplemente de usar y tirar como se hace ahora.

Una muestra de esto es su sistema de cierre: nada de muelles ni complicados mecanismos hidráulicos o neumáticos, sino una simple pestaña, un sistema duradero y que nadie ha podido superar hasta hoy. Y es que las cosas duraderas, bien diseñadas y construidas, deberían permanecer en el tiempo, y no abandonarse por otras simplemente por el hecho de ser más modernas o porque son más atractivas estéticamente.

Como los Casio de antes, como aquellos Marlin de cajas de acero macizas y botones de metal con resortes de retroceso en la caja, es algo que no debería dejarse de fabricar.

Lamentablemente eso no casa con las prácticas de hoy, con la necesidad de vender más y más cosas, con las políticas de crecimiento y marketing de las compañías tecnológicas.

Un instrumento o útil con garantía de por vida como tienen los Zippo no interesa. Lo mismo que no interesa un reloj con una pila de diez años de duración, un módulo bien empaquetado y con caja robusta de puro acero o titanio. Por eso Casio (ni ningún otro fabricante) lo tiene.

¿Cómo sería el mundo si la filosofía de los Zippo fuera algo común? Sería totalmente diferente al de ahora. Entre otras cosas, no tendrían que crearse cada vez más vertederos, los desguaces (hoy tan menospreciados e incluso prohibidos) volverían a su auténtica razón de ser, la de servir de centros de piezas para reutilizar, y no para destruir.

Hoy la filosofía del Zippo se ha quedado solamente para cuatro nostálgicos, se lleva más "la filosofía Bic", la del usar y tirar como los mismos bolígrafos o los mismos encendedores (que, por cierto, también popularizó Bic) a gas. ¡Incluso han llegado a sacar teléfonos móviles para que los tires nada más usarlos! ¡El colmo del derroche!

Coches que no se estropeen, lavadoras que no se estropeen, bombillas que no se fundan ni se agoten... Y todo tipo de útiles, herramientas y dispositivos que se pueden desarmar y reparar.

Cualquier electrodoméstico de hoy que compres, desde batidoras hasta lavadoras, será muy difícil de reparar. No solo porque no estén pensados para ello, sino porque muchos fabricantes -y está demostrado- no venden sus piezas. Algunas marcas blancas fabrican en China para multinacionales del sector de la distribución, y cuando se estropea -y me ha ocurrido, no hablo por hablar- no hay técnico que sepa quién narices fabricó determinada pieza.

No hay ni siquiera aparatos que fácilmente podían hacerse duraderos, como receptores de radio o reproductores de música, que funcionen medianamente bien y aguanten el paso del tiempo.

Zippo demuestra con su encendedor, lleva años demostrándolo, que otro mundo es posible. Otro mundo mejor. Un mundo más solidario, eficiente y limpio. Un mundo en donde la innovación va de la mano de la utilidad y practicidad, ajena a los "Windows" o a los "iOs" en los cuales los desarrolladores se han ido encargando muy bien de acrecentar artificialmente sus necesidades de hardware para que tu ordenador, tablet o smartphone, se quede anticuado en el menor tiempo posible.

Los dibujos son de Reflejo.

2 comentarios:

  1. Aunque no en el sentido práctico que tu les das, soy también un defensor de Zippo y sus mecheros (esos si sin mecheros y no encendedores).

    Al principio simplemente por el encanto de USA, pero al poco de usarlos, descubres mucho de lo que dices, no se apagan, el mechero dura casi toda la vida o más, no se apagan con el viento, vienen muy bien identificados en cuanto a fases de producción (las barritas famosas), e incluyen una garantía de por vida, que aunque dudo que en España salga a cuenta, dice mucho de su calidad.

    Lamentablemente, con el descenso del tabaco, supongo que sus ventas irán bajando paulatinamente, hasta que lleguen a pasar malos tiempos, como hiciera Ronson, y al final los Zippo, sean puramente objetos coleccionables. Precisamente como los Marlin, a pesar de que seguirán siendo objetos muy útiles, y que al igual que una navaja Victorinox, todos deberíamos llevar encima.

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    1. Bueno, los Ronson no los conozco, sólo supe de ellos cuando leí un artículo en tu blog. No soy mucho de Victorinox yo, que ya me he cargado unas cuantas y de su calidad dudo bastante.

      No se si sabes que en su día Casio también comercializó encendedores piezoeléctricos (un día hablé en el blog de zonacasio sobre la relación de Casio con el mundo del tabaco, que les permitió construir la primera calculadora y de ahí empezó todo, seguramente lo recuerdas). No encontré imágenes del encendedor, pero sí del estuche:
      http://preciod.com/mx/estuche-para-tu-encendedor-casio-VPWdg.venta

      Los tenían de diferentes colores y diseños, no puedo decir si funcionaban bien, pero llamativos sí eran :)

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